¿Qué pasa si se acaba el tiempo?

La simple angustia de ser o no ser madre después de los 30

 

Comadre Salomé

 

Llegar al llamado tercer piso (30 años) y continuar tu vida como si la edad fuese solo un número es realmente una carga cuando se es mujer.

 

Ser víctima constante de ataques, y sí los llamo ataques porque más de una vez he sentido que ser madre es una obligación que tengo por tener útero. Como decía, soportar los ataques de la familia, compañeros de trabajo y sociedad en general es algo que nada más nos pasa a nosotras. No recuerdo a ninguno de mis primos sin descendencia ser juzgados por dedicarse a trabajar y no formar “familia”.

 

No voy  a decir que no tuve la idea de la maternidad romántica en algún momento de mi vida, pero mientras crecí, leí, vi, escuché y aprendí, mi deseo cambió por la decisión de no ser la madre de nadie. Y mientras más lo pienso y más pasan los años menos ganas tengo de ser responsable de otra persona.

 

Escuchar a mi mamá decir, desde que tengo 26 años, que tenga un hijo o me quedaré sola en la vejez es algo que me asusta, pero de lo molesto que se ha tornado, sentirme así. No es concebible para nadie que pases los 30 y no tengas unas pequeñas criaturas a tu cuidado. No es aceptado que decidas decir “no por ahora”, porque empieza el terror biológico temporal; que estarás muy vieja, que no tendrás fuerza para parir, que no tendrás energía para cuidarlos, que vas a parecer la abuela, que tu cuerpo no es el mismo y corre riesgo, que se te va a subir la tensión en el parto y un sin fin de teorías que hacen que las ganas de la maternidad se alejen cada vez más.

 

Desde hace tiempo pienso que tener hijas o hijos es un acto egoísta, porque son las ganas de trascender a través del otro o la otra, dejar huella, dejar legado, entregar herencia aunque sea genética. 

 

Con esto no quiero decir que en algún momento no tenga el deseo o las ganas de ser madre, pero por ahora no tengo la mínima intención de serlo. Y esto debería ser suficiente, no querer o no desear y ya, pero delante de la sociedad patriarcal en la que vivimos debemos justificar de cualquier manera por qué no queremos ser madres. Entonces, es cuando nos toca dar los argumentos ambientales, naturales, económicos, sociales y todo lo que se pueda decir acerca de lo peligroso y difícil que es traer bebés a este mundo cruel.

 

Tener la voluntad y la firmeza para decir: “Ahora no, gracias” es algo que como mujeres es cuesta arriba, porque siempre tenemos que disculparnos por el hecho de nacer mujer. Por eso, la carga biológica crea de forma social un cerco que parece una bomba de tiempo con el fin de los óvulos o el envejecimiento del útero y las várices en las piernas, razones por las cuales hay que parir a los 25 años, nombrado el momento perfecto para reproducirse, pero también para crear, crecer, vivir y hacer cantidad inimaginable de cosas. Y es cuando me pregunto: ¿Qué pasa si no soy madre ahora? Y la respuesta es que no pasa nada. ¿Qué pasa si a mi cuerpo se le acaban los óvulos? Pues, estaré bien, porque estudié, crecí, aprendí y viví con mis decisiones.

 

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